Un año más, antes de terminar el mes
de febrero, Carriches se dispone para la celebración de San Pedro en su cátedra
de Antioquía, advocación titular de nuestra parroquia y patrón de nuestro
pueblo.
Estoy seguro que ya conocéis el origen de la fiesta, lo hemos tratado en anteriores ocasiones, aunque nunca viene mal recordarlo.
Desde la
fundación de nuestra iglesia allá por el siglo XV, la titularidad estuvo
siempre ligada al “Senor Sant Pedro”, si bien, gracias al adorno del
presbiterio en el siglo XVI (1570) con el retablo actual de Juan de Tovar,
Francisco de Linares e Isaac de Helle, (donde el santo se encuentra enseñando,
sentado en su cátedra) comenzaron a denominarla popularmente como la “Cátedra
de San Pedro”, llegando a convertirse en su titularidad parroquial.
Sus fiestas por entonces, se circunscribían a una misa cantada y procesión con la imagen del santo titular, sin más pompa que la que se podía dar en esta época de penurias económicas.
Pero sabemos que, a partir de 1665, la fiesta se acrecienta gracias a una clausula testamentaria del cura propio de Carriches, don Juan Beltrán, otorgada ante el escribano Bernabé Robledo en Madrid, el 11 de noviembre de 1665. En la misma, el cura mandaba repartir entre los más pobres del pueblo los réditos anuales de 100 ducados puestos a censo, el día de la Cátedra de San Pedro en Antioquía, “cuya distribución ha de correr y el cuidado de esta memoria a cargo de los señores curas y alcaldes que son o fueren de dho. Lugar a quienes nombro por patronos”.
Desde el año 1667, en que el Concejo se hace cargo del reparto de pan a los más necesitados…se “oficializa” el patronazgo de la Cátedra de San Pedro por voto del lugar.
Así, además de la fiesta titular, el Concejo pagaba de sus rentas cada año un predicador para dar el sermón en la misa mayor, cuatro libras de cera y los derechos del cura y del sacristán. Después, tenía lugar la procesión, al son de un tambor.
En cuanto a la fiesta profana, se disparaba pólvora, se quemaba la luminaria, y se ofrecía un refresco entre los vecinos.
Así ha llegado hasta nuestros días, unida además a las fiestas del carnaval, como una fiesta de invierno en nuestro pueblo, íntimamente ligada a varias tradiciones que aún se conservan.
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