viernes, 17 de abril de 2015

NUESTRA HISTORIA: PROCLAMACIÓN DE LA II REPÚBLICA EN CARRICHES


Hoy se cumple el 84 aniversario de la proclamación de la II República en Carriches.

Las elecciones del 12 de abril de 1931 representaron el fin de la monarquía de Alfonso XIII y la proclamación de la Segunda República en España dos días después.

No tuvieron, en realidad, un marcado cariz político en los pueblos pequeños, más bien administrativo, todo lo contrario a las grandes ciudades; la población, harta de la política de la Restauración que había ido agudizando un claro divorcio entre los españoles y la monarquía, tenía una nueva ilusión, muchas expectativas y esperanza de soluciones a los problemas que arrastraba España.

En Carriches, la proclamación de la II República se vivió con expectación y bastante tranquilidad, tanto que la bandera tricolor no ondeó en el balcón de las Casas Consistoriales hasta quince días después de su proclamación, ya que no contaba el ayuntamiento con una.

El 27 de abril, Blas Cano Gómez, alcalde saliente, convoca a todos los concejales para tomar posesión de sus cargos sin haber recibido orden superior ni disposición oficial. Solo las reseñas de la proclamación de la República en España y las noticias en la prensa provincial de la toma de posesión de muchos nuevos ayuntamientos hacen al alcalde mover ficha “para dar satisfacción al nuevo régimen”.

Los nuevos concejales elegidos, Melitón Gómez Recio, Esteban del Pino y del Águila, Francisco Muñoz Peinado, Guillermo García y Gómez de las Heras, Federico Castaño Alonso, Fidel Fernández del Pino, Manuel González Lastra y Blas Cano Gómez, recibieron las insignias municipales y procedieron a elegir al alcalde y teniente de alcalde. Por siete votos a favor y uno en blanco salió como alcalde Melitón Gómez Recio, y de igual manera, Esteban del Pino y del Águila como teniente de alcalde por los mismos votos.

Al cierre de la sesión, se dio un viva a la República, “que fue contestado con el mayor entusiasmo”.



Pero esa serena tranquilidad se empezó a resquebrajar muy pronto en Carriches.

En junio, el alcalde pide al pleno municipal un permiso por tres meses ante una repentina y desconocida contrariedad porque según dice “le asisten unas razones muy poderosas para solicitar este permiso”. Nada nos dice el acta, si bien, el problema tuvo que ser de bastante gravedad.

Los comentarios y rumores comenzaban a invadir los rincones del pueblo…y sus vecinos solo querían elegir una nueva corporación porque creían que la actual había pertenecido a la Unión Patriótica.

Reunidos en pleno el 14 de julio, la corporación presentó al Gobernador Civil su dimisión, presionados por los vecinos y temerosos de los posibles incidentes que se pudieran producir. Pero el Gobernador Civil no estaba dispuesto a admitirlas.

Pocos días después, en el mes de agosto, se produce el primer enfrentamiento directo entre las diferentes sensibilidades, gracias a que Luciano, uno de los protagonistas,  se había cambiado de una sociedad de obreros a otra sociedad de “caciques”…

La noticia apareció el día 1 de septiembre en el periódico “El Castellano” bajo el título: “Tres sujetos armados acometen a un guarda particular haciéndole varios disparos”. Decía así:

“Según noticias, la fuerza concentrada en Carriches han manifestado al Sr. Gobernador que el guarda particular de D. Federico Castaño, Luciano Hernández Jiménez, ha denunciado que cuando guardaba una viña de su amo, situada en el camino de Mesegar, se presentaron tres sujetos armados con escopetas dos de ellos, y el tercero con un arma corta. Añade que le insultaron, y el del arma corta le hizo un disparo, como igualmente otro de los que llevaban escopeta. Unos y otros le amenazaron gravemente, haciendo extensiva la amenaza a todos los caciques, para los que también tuvieron insultos. La huida del guarda hizo que no le alcanzaran los disparos.

Personada la fuerza en el domicilio de Pedro Cuesta del Pino, señalado como poseedor del arma corta, éste manifestó que no tenía arma alguna, por lo que le fue solicitando permiso para efectuar un registro, a lo que se negó. Se recurrió entonces al juez municipal, que indicó no estaba en el pueblo el secretario, siéndole imposible autorizarle, lo que parecía poner trabas y hacer tiempo para no poder encontrar lo que se buscaba. Al decirle la fuerza que recurriría al juez de instrucción, a cuyo objeto se trasladó al teléfono, indicó el juez municipal que lo dejara, pues él lo acompañaría.

Se cree por la fuerza informante que el no encontrar las armas en los domicilios se debió al tiempo transcurrido hasta autorizar los registros y a la escasez de fuerzas para tomar las medidas convenientes, incluso de vigilancia en las proximidades de los domicilios de referencia.

Los individuos a quienes se alude incurrieron en contradicciones, y dos vecinos que figuraban como testigos, dicen que los vieron venir a los tres, trayendo consigo cada uno una escopeta.

Lo ocurrido se cree motivado porque, existiendo dos sociedades, la de obreros, a la que pertenece el juez y los tres denunciados, y la llamada por los obreros “de los caciques”, a la que pertenece también Luciano, éste se dio de baja en aquella y de alta en la otra.”

Al día siguiente también salió una reseña en el ABC sobre estos hechos.

Y como Melitón, el actual alcalde,  no solucionaba su problema, presentó su dimisión el 13 de septiembre, nombrándose a Francisco Muñoz Peinado como nuevo alcalde.

Durante los siguientes meses, las tareas del campo y el reparto de dinero desde el Gobierno Provisional republicano para combatir el paro obrero entre los carrichanos, relajan un poco la tensión vivida anteriormente…

Pero solo serán siete meses los que consigue estar en su cargo de alcalde Francisco Muñoz, quien por una grave enfermedad, decide proponer su dimisión al Pleno municipal. Le sustituye Blas Cano Gómez, quien fuera alcalde en la última etapa monárquica.


El 10 de agosto de 1932, el general José Sanjurjo se sublevó en Sevilla contra la República. Declaró el Estado de guerra, anunció la disolución de las Cortes y la toma del poder por una Junta provisional. Lo hacía “por amor a España”, para “salvarla de la ruina, de la iniquidad y de la desmembración”.

Fuera de la capital sevillana, sin embargo, nadie consiguió sumarse al golpe, y Sanjurjo, al comprobar que se había quedado solo y que sus subordinados se negaron a enfrentarse con las tropas procedentes de Madrid, abandonó la ciudad. Fue detenido en Huelva, unas horas después, cuando intentaba ganar la frontera portuguesa. Así acabó lo que se conoció después como la “sanjurjada”, la primera sublevación militar contra la República, poco más de un año después de su proclamación.

El ayuntamiento carrichano, cuatro días después, protesta por este movimiento revolucionario y aprueba por unanimidad una declaración de adhesión a la República.


Jesús Sánchez de Haro
Cronista Oficial de Carriches

Fuentes: Periódico El Castellano, ABC, Archivo Municipal de Carriches (Actas 1931)