Hoy es martes de Carnaval, y en Carriches (aunque ya no se conserva esta fiesta) se celebraría la Función de Carnestolendas, asociada a su desaparecido Carnaval de Ánimas.
Las honras generales comenzaban por la mañana, en la iglesia. El mayordomo junto a los oficiales de la soldadesca se disponían a celebrar la fiesta principal de las Ánimas del Purgatorio, con la misa y sermón acostumbrados.
El sermón solía versar sobre la Resurrección, tal y como Jesús la enseñó, y en ese camino después de la muerte que es el cielo o el infierno, junto con el purgatorio, como condición de pagar en el otro mundo los pecados cometidos en éste.
Tras la misa, los oficiales de la soldadesca salían a pedir limosna por las calles del pueblo, en formación y a toque de tambor. En ciertos puntos, el alférez hacía “jugar la bandera”, para que los devotos realizaran su donativo.
Ya por la tarde, tenía lugar el ofertorio de Ánimas, en la plazuela del cura, donde la soldadesca acompañaba en procesión (desde la iglesia) el cuadro de las Benditas Ánimas del Purgatorio.
Allí se colocaban unas mesas con una bandeja o demanda y un crucifijo, para la adoración de los fieles y la entrega de donativos. Los vecinos pasaban con devoción besando el crucifijo y depositando en las mesas, tanto ofrendas en especie (trigo, cebada, corderos) como dinero.
Para las rifas, depositaban los oficiales lo recolectado durante las soldadescas de días anteriores y lo acopiado esa misma mañana (liebres, platos de garbanzos, judías, tocino, chorizo).
Todo el dinero cogido durante los días del
Carnaval, junto con lo reunido por la venta del grano, corderos, limosna de
la campanilla o la de los cepos de la iglesia y la tienda, se ofrecían en misas
por las Benditas Ánimas todos los lunes del año, o por lo menos, hasta donde
llegara la recaudación.
Al final todo eran ganancias para la Iglesia
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