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viernes, 28 de agosto de 2015

CARRICHES SE VUELCA CON ROCÍO LÓPEZ GONZÁLEZ DURANTE EL PREGÓN DE LAS FIESTAS DE LA ENCINA



Rocío López González, diputada nacional por Toledo ha sido la encargada de pronunciar este año el Pregón que inicia las fiestas patronales de Carriches en honor a la Virgen de la Encina.

La pregonera estuvo acompañada en todo momento por la Corporación Municipal, con su alcalde, Isidro Castaño, a la cabeza; también por miembros de la Junta directiva de la Asociación “Los Carrichanos”, encargados de organizar estos días de fiesta, junto a varios alcaldes y concejales de la comarca, así como numerosos vecinos y visitantes, que quisieron disfrutar de la intervención de Rocío, para abrir de par en par las puertas de Carriches a las fiestas de la Encina 2015.

El acto comenzaba en el Salón de Plenos, donde nuestra amiga Rocío tuvo el honor de firmar en el Libro de Honor como Pregonera 2015, junto a todos los invitados.

Justo después comenzaba la apertura oficial de las fiestas con la entrega de un ramo de flores a la Reina y Damas del año 1990, al cumplirse el 25 aniversario de su coronación. También se proyectó un vídeo de Carriches, con imágenes de sus principales calles y monumentos, realizado por el Cronista Oficial de Carriches.

Y empezaba el acto central de la noche…

Rocío resolvió un pregón en verso, cargado de cariño y emotividad en el que la Virgen de la Encina, como no podía ser de otra manera, fue el hilo conductor.


Desde la aparición al pastor en el Cerco, pasando por la fe de todo un pueblo hacia su sagrada imagen; la procesión del Año Mariano de 1954 en Torrijos y en Toledo, el nombramiento por la Santa Sede como Patrona “apud Deum” de la Villa y el reciente nombramiento como Alcaldesa perpetua, en el que ella misma estuvo presente, han sido los acontecimientos históricos por los que el verso de Rocío ha paseado en Carriches.

Nuestra pregonera no desaprovechó la oportunidad para agradecer a la Virgen por los hijos carrichanos que han venido este año a celebrar las fiestas, y sobre todo por aquellos que no lo podrán hacer. También tuvo un momento de recuerdo hacia los pequeños recién nacidos en este año; a dos personas que acaban de cumplir los cien años en nuestro pueblo; además saludó a las Reinas y Damas que celebran el 25 aniversario de su reinado; destacar la cariñosa reseña que dirigió a Cesar Nombela Cano, Hijo Predilecto de la Villa, gran amigo de Rocío, que estuvo presente en el acto de su nombramiento el pasado marzo.

En la parte final del pregón, invitó a todos a disfrutar un año más de las fiestas de la Encina, de todos los actos programados con mucho esfuerzo y dedicación, y pidió que sean unos días de felicidad y respeto dentro de la diversión.

En Carriches sonó un tronador aplauso, agradecido por el gran pregón dirigido a la fibra más sensible de los encineros, la que se remueve cuando nos hablan de la Señora del Cerco. Como recuerdo de este día, recibió un plato de cerámica talaverana con la imagen de la Virgen de la Encina y una vista del pueblo.


Acto seguido tomó la palabra el Alcalde de la Villa, Isidro Castaño, quien agradeció a Rocío el magnífico pregón ofrecido a los carrichanos. También tuvo palabras de agradecimiento a las asociaciones, personal del ayuntamiento y vecinos por su inestimable ayuda y colaboración con el consistorio. Animó a todos a participar con alegría en los actos programados y que estos días se viva la fe y devoción por la Virgen de la Encina.

Con el ya tradicional refresco popular a las puertas del Ayuntamiento se cerró la estupenda velada que estrenaba las fiestas carrichanas de este año.

¡¡¡Viva la Villa de Carriches¡¡¡
¡¡¡Viva la Señora del Cerco!!!
¡¡¡Viva la Reina y Señora carrichana!!!

Muchos de vosotros me habéis escrito para que publique el pregón de Rocío, y puedan leerlo con tranquilidad, disfrutando de sus palabras…

Aquí lo tenéis…

Carriches, pueblo entrañable…
Concurrencia distinguida…

Con el alma emocionada,
hija de tierras vecinas,
a pregonar he venido
vuestra Virgen de la Encina.
A lo largo de estos años
entregada a la política,
dos cosas he practicado
que son la norma en mi vida:
obrar siempre con honor,
honestidad y justicia,
y honrar a mi noble tierra,
a mi comarca querida
que como fiel torrijeña
llevo en el alma prendida.

Carriches es una parte
de mi comarca querida
y por eso aquí, esta noche,
quiero que mi verso inscriba
en vuestra historia mi amor
a la Virgen de la Encina.

Permitidme, pues, que os cuente
una historia muy antigua.
Yo sé que los carrichanos
la lleváis muy dentro escrita,
pero sé que nunca os cansa
por más que sea repetida.

Hace muchos, muchos años,
en esta tierra querida
un porquerillo guardaba
su piara, entretenida
en los pastos de una dehesa
como hacía cada día.
Él se recostó en el tronco
de la más robusta encina.
Como era un joven piadoso,
Rezaba el avemaría…
Un intenso resplandor
cegó de pronto su vista…
Cuando se recuperó
vio entre las ramas subida
una mujer con un niño
que en sus brazos sostenía.
Tenía un rostro angelical
y el niño la sonreía.
Se arrodilló el porquerillo
y así, de frente a la encina,
se quedó mudo y absorto
como que nada entendía.

- No temas, joven piadoso.
Yo soy la Virgen María…

El joven se santiguó:
- ¡Qué bella sois, Madre mía!
Y ¿qué queréis Vos de mí?

La Virgen con voz dulcísima
le explicó lo que quería:
- A ti, por pobre y humilde
he escogido en mi visita.
Todo el pueblo de Carriches
me agasajáis a porfía
con ofrenda y oraciones
y ello a vuestro amor me obliga.
Quiero ser vuestra Patrona,
protegeros noche y día.
Por ello quiero que vayas
corriendo al pueblo y les digas
al párroco y al alcalde
que del tronco de esta encina,
de arte sencillo y humilde,
labréis una imagen mía
con el Niño en mi regazo…
y aquí, donde está esta encina,
pata mejor protegeros,
me levantéis una ermita…
Y ahora ve corriendo al pueblo
y haz lo que mi amor te indica.
Yo guardaré tu piara.
No le faltará comida.

Así lo hizo el porquerillo.
Y cuando ya atardecía
llegó al pueblo dando voces
provocando algarabía:
“¡Carrichanos, carrichanos…!
¡Venid todos a porfía!
¡Allá en el viejo Encinar
está la Virgen María!”
El joven, de calle en calle,
daba voces y corría.
Contó al alcalde y al cura
lo que la Virgen María
con amor le había encargado.
Por fin, una comitiva
Se dirigió al Encinar
Entonando avemarías.
El párroco y el alcalde
en cabeza precedían.

Llegaron al Encinar
y, al acercarse a la Encina,
que el porquerillo decía
un intenso resplandor
a todos cegó la vista.
Al punto se arrodillaron
y, cuando alzaron la vista,
celestial entre las ramas
se vio a la Virgen María.
Se adelantó el señor cura
y dijo: “Ave María,
¿qué queréis, Reina y Señora,
y qué hacéis en esta Encina?”
Al punto le contestó
la Virgen con voz dulcísima:
“Quiero que hagáis una imagen
en el tronco de esta Encina
que sea mi fiel espejo,
con el Niño en mis rodillas,
y en este lugar sagrado
que consagra mi visita,
sin gran adorno ni lujo
me construyáis una Ermita,
que yo sabré agradeceros
con dádivas infinitas
vuestra devoción sincera.
Aquí, donde está esta Encina,
seré en los siglos futuros
vuestra Patrona Divina.”

Así habló la Virgen Pura
y envuelta en una neblina
fue ascendiendo hasta ocultarse.
Y a las estrellas lucían.

Cuando desapareció,
la piadosa comitiva
no salía de su asombro
y, postrados de rodillas,
hicieron voto y promesa
de hacer lo que les pedía
la Virgen Madre de Dios…
Y entre todos, a porfía,
apearon un gran tronco
de aquella sagrada Encina.

Y en él con arte labraron
una imagen rediviva
de la Virgen Theotokos,
que  en español significa
“María, Trono de Dios”,
pues sostiene en sus rodillas
a la Segunda Persona
de la Trinidad Santísima,
el Niño que, en una mano,
con su potencia infinita
la bola del mundo abarca,
oh majestad sin medida,
mientras con la otra bendice
a cuantos ante Él se inclinan…

Satisfechos de su obra,
y cumplida la promesa,
los carrichanos conducen
la imagen hasta la iglesia.
Allí le rinden honores
con solemnísima fiesta…

Mas… cuál no sería el asombro
que el cura a otro día sintiera
cuando al ir muy de mañana
a rezar ante la bella
imagen de María Santísima
vio que no estaba en la iglesia.

Lleno de angustia, y temiendo
que acaso el pueblo le hiciera
culpable de aquel suceso,
lo más veloz que pudiera
se dirigió al Encinar
para rezar a la Virgen,
suplicar que apareciera
la imagen que habían labrado…
cuando, cuál fue su sorpresa,
en las ramas de la Encina
encontró la imagen bella…

Ocultóla como pudo
y se la llevó a la iglesia.
Y cuando los carrichanos
fueron a rezarla y verla,
Ella en el Altar Mayor
presidía como una Reina.

Se hizo de noche y el cura
procuró cerrar la puerta
y la atrancó con candado
porque nadie entrara en ella.

A otro día, muy de mañana,
acudió a abrir la iglesia
y a rezar ante la imagen
los laudes, como soliera
pero otra vez, oh gran misterio,
la imagen no estaba en ella.

Esta vez el señor cura
Fue al alcalde, con urgencia.
Subieron al Encinar
con angustia manifiesta,
suplicaron a la Virgen
que su imagen apareciera
y allí otra vez la encontraron
en las ramas de la Encina
en que Ella se apareciera.

No podía explicarse
que tal cosa sucediera
a no ser que un impostor
la robara y la escondiera.
¿Quién podrá ser el ladrón?
Del porquerillo sospechan.
Le preguntan y él responde:
“Señores cura y alcalde.
Yo hablé con la Virgen bella.
Yo traje hasta el Encinar,
cumpliendo el mandato de Ella…
¿por qué había de robar la imagen…?
Debéis cumplir la promesa.
En el sitio de la Encina
labrad una Ermita nueva.”

Y otra vez llegó la noche.
Y temiendo que ocurriera
lo mismo que las pasadas
el párroco y el alcalde
trataron con diligencia
de guardarla con dos llaves
en una hornacina recia
que había en la sacristía.
Mas… fue vana su ocurrencia,
Porque al abrir de mañana
La hornacina tan secreta,
La imagen santa y devota
Ya no se encontraba en ella…
Subieron al Encinar
como que nada entendieran,
y allí en la Encina, aureolada
por el cendal de la niebla,
vieron otra vez la imagen,
más resplandeciente y bella…
Ya no había duda… Era muestra
De que la Virgen quería
Quedarse en la Encina aquella.

Al punto unan choza humilde
de palos, ramas y piedra
hicieron, para acoger
la imagen, con gran presteza,
mientras trazaban los planos
de una Ermita, en que tuviera
mejor asiento la imagen
para celebrar su fiesta…

esta es vuestra tradición…
y la piadosa leyenda
de la Virgen de la Encina
y la devoción señera
que, a lo largo de los siglos,
Carriches ha puesto en Ella.

Es la Virgen de la Encina
la razón de la grandeza
de Carriches y su historia.
Al amparo de la Virgen
se fue ensanchando la aldea
y en mil setecientos cuarenta y nueve
(en tan memorable fecha)
alcanzó el honor de Villa,
título que hasta hoy día ostenta.

Con el tiempo se ha ido haciendo
la devoción más intensa,
pues todos los carrichanos
la imploran en su clemencia.
La fama de sus milagros
sobrepasa las fronteras
de Carriches, pues en toda
la comarca se la reza.

No puedo pasar por alto
la emotiva concurrencia
que en mi Torrijos del alma
suscitó su entrada egregia.
Mil novecientos cincuenta y cuatro
fue la memorable fecha.
Fue aquel el Año Mariano
que la Santa Madre Iglesia
declaró para festejar
la Proclamación señera
que un siglo antes había hecho
de la anhelada y excelsa
Concepción Inmaculada.
Torrijos, como cabeza
Vicaria de la comarca
celebró concentración
de imágenes en su espléndida
Colegial del Corpus Christi.
Y allí acudió con presteza
Vuestra Virgen de la Encina
Causando emoción intensa.
Siete de octubre fue el día.
Inolvidable esta fecha.
Como inolvidable fue
el gran día treinta y uno.
Toledo fue la palestra
donde también acudió
la archidiócesis entera.
Y en décimo lugar Carriches
con su Virgen milagrera
y doscientos carrichanos
que viajaron en pos de ella…

Qué más decir del amor
que Carriches la profesa
sino evocar aquel año
dos mil dos (otra gran fecha)
en que el Papa proclamó,
según la bula lo expresa,
a la Virgen de la Encina
PATRONA “apud Deum” excelsa.
Patrona, sí, ante Dios,
Intercesora perpetua…

Y qué más decir del amor
que Carriches la profesa
sino evocar que es la Virgen
vuestra ALCALDESA PERPETUA,
lo que os honra como pueblo
cristiano de pura cepa…
Yo estuve aquí, acompañando
en tan memorable fecha
y nunca podré olvidar
cuando el alcalde en la iglesia
puso su bastón de mando
en manos de vuestra Reina,
vuestra Virgen de la Encina,
y nombrándola alcaldesa.

Santa Virgen de la Encina…
Señora y abogada nuestra…
Y qué más pruebas del amor
que Carriches os profesa
sino las honras que os hace
con esta entrañable FIESTA.

Quiero, oh Virgen, que bendigas
a cuantos en otras fiestas
te honraron y festejaron
y no pueden estar en ésta
por haber ya fallecido
o estar en lejanas tierras.
Quiero, oh Virgen, que bendigas
a los que por vez primera
van a vivir esta fiesta,
los niños recién nacidos,
que, si no marro la cuenta,
son Alejandro Tejeda,
Jorge Ovejero Martín
Y Rubén Blanco Mondéjar…
Quiero también que bendigas,
Virgen de la Encina espléndida,
a todos los carrichanos
y entre ellos a dos que cuentan
cien largos años de edad:
Adrián Fernández Arrogante
y Felicita Sánchez Cedena…

Bendice a tu hijo ilustre,
al gran don César Nombela,
carrichano predilecto,
hombre de profunda ciencia,
que me honra con su amistad
y a quien admiro de veras,
que el siete de marzo pasado
homenaje recibiera
de este emocionado pueblo
y en la Parroquial Iglesia
te ofreció un ramo de flores
y su birrete que ostenta
su alto grado de Rector
de la Universidad señera
de Menéndez y Pelayo,
de gloria imperecedera.

Y quiero, Oh Virgen, que bendigas
a estas dos Rosas espléndidas,
la Dama de Honor y Reina.
Ellas lo fueron muy jóvenes
(en mil novecientos noventa).
Veinticinco años después
vuelve a brillar su belleza
y a este pueblo de Carriches
con orgullo representan.
Santa Virgen de la Encina,
Bendice su descendencia.
Como tú, Virgen querida,
las dos son Madres y Reinas.

Y a todos los carrichanos,
hijos de esta noble tierra,
y a los amigos, vecinos
y forasteros que vengan
les quiero recomendar
muy seriamente y de veras…
¡Tengamos la fiesta en paz,
pues siempre fue cosa cierta
que sobran los pendencieros
en Carriches y su fiesta!
Que sepamos convivir
respetando las ideas,
pensando que las del otro
tal vez sean las que convengan.
Porque esto es la tolerancia,
que en democracia es la esencia.
No pongamos zancadillas
jamás a los que gobiernan.
En política he aprendido:
“respeta a quien te respeta”.
Y tratándose del pueblo
que en las entrañas se lleva,
colaborar es la forma
de hacer patria con nobleza.

Y ya, para terminar,
pues que la emoción me anega,
dejadme decir muy alto
con mi voz de pregonera,
que se escuche en los rincones
y se oiga en la comarca entera:

¡VIVA EL PUEBLO DE CARRICHES!
¡VIVA SU GENTE Y SU FIESTA!
¡Y LA VIRGEN DE LA ENCINA,
FIEL PATRONA Y ALCALDESA!

Señor alcalde… en su nombre
he pregonado la Fiesta.

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